SIRAT: Trance en el desierto
El sirat es un camino, un sendero, un puente que atraviesa el infierno por el que pasarán las almas, en dirección al Yanna (cielo), pero es tan fino como un cabello y tan afilado como el filo de la espada.
Así comienza esta "película" y lo entrecomillo porque tiene razón Mardía Herrero cuando dice de Sirat que no es una película. Desde que te sientas frente a la pantalla es una experiencia abierta, no sabes qué es, pero lo intuyes. Como si reconocieses en ti todo lo que va ocurriendo, quizás porque Sirat te muestra la vida tal cual es, la abre en canal y es capaz de contextualizarla al mismo tiempo en nuestro momento actual unificando oriente y occidente de una manera que va más allá de cultura, lengua o religión.
Refleja un occidente infantilizado junto a un oriente endurecido, austero, sufriente, en un lugar, el desierto, que presenta la vida en este planeta tal cual es y lanzarte la pregunta ¿qué vas a hacer tú?
Nos habla de decisiones, esas que solemos tomar en base a creencias de seguridad cuando, en realidad no podemos saber qué va a ocurrir o si un lugar que nos parece seguro lo es realmente. A veces, ni si quiera tenemos la madurez suficiente para tomarlas por nosotros mismos y seguimos las indicaciones de otro que ni siquiera puede sentir qué nos resuena dentro del cuerpo cuando meditamos sobre las opciones. Quizás porque no nos escuchamos, nos hemos olvidado del alma, la hemos silenciado a base de ruido mental y ella es la única que realmente tiene la clave de como vivir.
Esto no va de seguir los pasos de otro, va de cerrar los ojos, callar la mente, para poder seguir los nuestros hacía donde sea que nos lleven en una aceptación radical de la vida, confiando en que así es como tiene que ser, sin juicios.
Pone frente al espejo nuestra humanidad desnuda. Aquí no decidimos nada, en realidad todo está decidido ya, nuestra misión es hacer lo que se tiene que hacer, aceptar lo pactado aunque duela y confiar en que así debe de ser. Pero no nos deja expuestos sin más, también nos da la clave para que esta aceptación brutal no sea resignación frustrante. El amor a todo lo creado, a lo visible y a lo invisible, despojándote del ego a cada paso. Este amor, esta conexión, es lo que te permite trascender incluso al dolor más intenso y llegar a esa aceptación consciente de la vida y del otro.
Todos vamos en el mismo tren, todos somos lo mismo y al mismo tiempo somos únicos.
Gemma Guerra de la Fuente
Psicóloga y terapeuta de EMDR
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